
29 Mar ADICCIÓN Y VIOLENCIA
INDICE DE CONTENIDO
La relación entre la función cerebral, la violencia de género y la adicción es compleja y multidimensional. Implica factores neurobiológicos, psicológicos y sociales. A continuación te explico cómo se conectan estos tres ámbitos desde la perspectiva de la neurociencia y la psicología
🧠 1. Función cerebral y violencia de género
Circuitos de agresión y control de impulsos:
La corteza prefrontal (encargada del juicio, el control emocional y la empatía) suele estar menos activa en personas con conductas violentas persistentes.
La amígdala, implicada en la respuesta emocional y la agresividad, puede estar hiperactiva, generando reacciones desproporcionadas ante estímulos percibidos como amenaza.
Trauma y aprendizaje social:
Muchas personas que ejercen violencia han vivido violencia en su infancia, lo que altera estructuras como el hipocampo y refuerza patrones de comportamiento aprendidos.
La exposición crónica a violencia puede modificar el cerebro y hacer que se normalicen dinámicas de dominio y sumisión.
🍷 2. Función cerebral y adicción
Sistema de recompensa:
Las adicciones (a sustancias o conductas) alteran el circuito dopaminérgico, especialmente el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, debilitando el control sobre los impulsos y la capacidad de tomar decisiones conscientes.
Disminución del control inhibitorio:
Las adicciones afectan la capacidad de regular las emociones y conductas, lo que puede aumentar la impulsividad y, en algunos casos, la agresividad.
🔗 3. Conexión entre violencia de género y adicción.
En quien ejerce la violencia:
El consumo de alcohol y otras drogas está presente en un alto porcentaje de casos de violencia de género. No es la causa única, pero facilita la desinhibición, reduce el control de impulsos y puede intensificar reacciones agresivas.
Además, en personas con daño cerebral o funciones ejecutivas deterioradas, hay una mayor probabilidad de recurrir a la violencia como forma de resolver conflictos.
En la víctima de violencia:
Muchas víctimas desarrollan adicciones como forma de afrontar el trauma (autoregulación del dolor, evasión del miedo, ansiedad o depresión).
El cerebro traumatizado entra en un estado de hipervigilancia crónica, y sustancias como el alcohol o los tranquilizantes pueden parecer «remedios» para sobrevivir emocionalmente.
🧩 Conclusión
Hay una relación clara entre la función cerebral, la violencia de género y la adicción, aunque ningún factor actúa solo. La alteración en ciertas áreas cerebrales (como la corteza prefrontal, la amígdala o el sistema de recompensa) puede facilitar tanto el uso de la violencia como el desarrollo de conductas adictivas. La violencia y la adicción, a su vez, retroalimentan esos mismos circuitos, generando un círculo vicioso difícil de romper sin intervención terapéutica.
@sarasandratt